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Luis de Góngora
Luis de Góngora y Argote nació y murió en Córboba (1561-1627). Estudió en Salamanca y pronto se dio a conocer en Madrid. Se ordenó sacerdote y fue capellán de Felipe III. Entre sus enemigos, personales más que literarios, estuvieron Quevedo y Lope de Vega.
Escribió exclusivamente en verso una obra compuesta por romances (94), letrillas (121, en su mayoría de carácter satírico), sonetos (167) y otras composiciones, además de tres poemas extensos en los que su barroquismo llega a la máxima expresión: Fábula de Polifemo y Galatea, Las soledades y Panegírico del duque de Lerma.
Góngora fue un poeta inicialmente de corte popular, pero poco a poco complicó su poesía y se convirtió en el principal defensor del nuevo estilo culterano, hasta tal punto que algunos críticos llaman a este movimiento como gongorismo. Como buen culterano busca la oscuridad a través de la acumulación de referencias mitológicas, metáforas, hipérboles, juegos de palabras, cultimos y todo tipo de recursos literarios en una lengua de sintaxis complicada, llena de hipérbatos y largas perífrasis. Sus obras más típicamente barrocas son los tres poemas largos. Particularmente difícil y complicado es el de Las soledades inicialmente dividido en cuatro partes de las que sólo pudo componer la primera y parte de la segunda.
Los sonetos. Góngora escribió sonetos toda su vida y algunos son verdaderas obras maestras. En él la técnica del soneto se apoya en la brillantez y originalidad de la metáfora con la que reviste la idea principal. En los de su primera época predominan los de tema amoroso y en los últimosmuestra la amargura, la desilusión y el sentimiento de la muerte.
Recibió la influencia de Petrarca, directamente y a través de Garcilaso, en los sonetos amorosos, la de Ovidio en la Fábula de Polifemo y Galatea y la de Horacio. Su poesía fue menospreciada durante los siglos XVII y XIX, pero influyó notablemente en el Grupo Poético de 1927 por el anhelo de superación y la elevación del lenguaje poético.
I
Soneto
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido el sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
5 mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal de tu gentil cuello;
goza cuello, cabello, labio y frente,
10 antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
II
Que se nos va la Pascua
Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua.
Mozuelas las las de mi barrio,
loquillas y confiadas,
5 mira no os engañe el tiempo,
la edad y la confianza.
No os dejéis lisonjear
de la juventud lozana,
porque de caducas flores
10 teje el tiempo sus guirnaldas.
Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua.
Vuelan los ligeros años,
y con presurosas alas
15 nos roban como arpías
nuestras sabrosas viandas.
La flor de la maravilla
esta verdad nos declara,
porque le hurta la tarde
20 lo que le dio la mañana.
Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua.
III
El comienzo de Las soledades
Era del año la estación florida,
en que el mentido robador de Europa,
media luna las armas de su frente
y el sol todos los rayos de su pelo,
5 luciente honor del cielo
en campos de zafiro pace estrellas.
Versión en prosa de Dámaso Alonso:
Era aquella florida estación del año en que el sol entra en el signo de Tauro (signo del zodiaco que recuerda la engañosa transformación de Júpiter para raptar a Europa). Entra el sol en Tauro por el mes de abril, y entonces el toro celeste (armada su frente por la media luna de los cuernos, luciente e iluminado por la luz del sol, traspasado de tal manera por el sol que se confunden los rayos del astro y el pelo del animal) parece que pace estrellas en los campos azul zafiro del cielo.
IV
Ande yo caliente y ríase la gente
Letrilla satírica
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
5 y en las mañanas de invierno
naranjadas y aguardiente.
Y rijijijí y rijijijá
y ríase la gente.
Busque muy en horabuena
10 el príncipe mil cuidados
como píldoras dorados
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente.
15 Y rijijijí y rijijijá
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nueve el enero
tenga yo lleno el brasero
20 de bellotas y castañas
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente.
Y rijijijí y rijijijá
y ríase la gente.
Source: La aventura literaria (Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa)